viernes, 12 de marzo de 2010

Profeta en mi tierra.

Johannesburgo, 11 de julio de 2010, 22.30 h, resuena el pitido final de la Copa Mundial 2010 de Sudáfrica. La selección sudafricana acaba de imponerse a Inglaterra en la final por 3 goles a 2. El estadio Soccer City hierve, una nube de confeti invade el césped, las vuvuzelas suenan intensamente y los sudafricanos entonan al unísono el Nkosi Sikelel’ iAfrika. Ésta podría ser la imagen del final de la próxima Copa Mundial de fútbol. Si creemos a ciertos expertos que han analizado el fenómeno para FIFA World, no parece haber duda de que, con frecuencia, la ventaja de jugar en casa es rentable, y varios factores y cifras corroboran esta tesis. Una teoría aceptada por los aficionados al fútbol que a menudo ignoran sus verdaderas razones.
Haga click en los enlaces de la columna de la derecha para ver los desempeños de los países anfitriones en las grandes competiciones del fútbol internacional.
Según diversos estudios, el apoyo indefectible del público, verdadero ascendiente psicológico, desempeña un papel preponderante en los resultados de un equipo que juegue en casa. El hecho de contar con el apoyo de sus espectadores afecta al equipo y aumenta su motivación. Los ánimos impulsan al equipo de casa a desarrollar un juego ofensivo y brillante.

Una historia de testosterona
Por otro lado, el comportamiento hostil de la masa de aficionados hacia el conjunto visitante entraña con frecuencia una reacción negativa en los jugadores y los inhibe. Además, los estudios de análisis de los partidos han demostrado que a veces la ventaja del terreno no se debe sólo a una brillante prestación del equipo local sino también al bajo rendimiento de los foráneos. Sin embargo, la influencia del público también puede resultar paradójica. El apoyo incondicional puede engendrar cierta presión en los jugadores locales que, a fuerza de querer destacar demasiado, ven frustrados sus esfuerzos y provocan la ira del público impaciente. Un estudio efectuado por la profesora Sandy Wolfson, de la Universidad de Northumbria, en Newcastle, revela que el 59% de los aficionados preguntados aseguran que el apoyo prestado a su equipo constituye el elemento esencial de la ventaja de jugar en casa.
La fatiga, el viaje y la percepción del entorno no son tampoco despreciables. Pueden también ser considerados factores importantes. Esto se da en menor medida en las competiciones internacionales, pues con frecuencia los equipos se instalan algunas semanas antes de su debut en la competición para evitar un cierto debilitamiento y acostumbrarse a las condiciones climáticas del país. En relación con la aclimatación al césped, los equipos tienen tiempo suficiente para adaptarse sabiendo que se entrena en él el día anterior a los partidos.
Además, la defensa del territorio sería un factor muy importante. Según el etnólogo Konrad Lorenz, este aspecto entrañaría un aumento de la agresividad en los anfitriones. Es decir, un comportamiento que crea una cierta simbiosis entre los jugadores que se alían por una causa común. Ello conlleva un aumento del compromiso, de la combatividad, del afán por batirse para conseguir una victoria. El profesor Nick Neave, de la Universidad de Northumbria, ha constatado en dos de sus estudios un aumento del nivel de testosterona superior en el equipo que juega a domicilio al de aquel que se desplaza. Otra observación sorprendente: el jugador con el mayor de nivel de testosterona antes del comienzo del partido es el portero.

¿Buenos augurios para Sudáfrica?
“En lugar de satisfacer sus necesidades junto al poste para marcar su territorio, sugiero a los equipos que expongan sus colores en los vestuarios para hacer alarde de su superioridad”, recomienda el profesor Neave.
Uruguay en 1930, Italia en 1934, Inglaterra en 1966, Argentina en 1978 y Francia en 1998 supieron aprovechar la oportunidad de organizar la Copa Mundial para inscribir su nombre en el prestigioso palmarés de la competición. Hay que anotar que Brasil, pentacampeón de la competición, no pudiera imponerse en la única edición de la Copa Mundial organizada en su territorio en 1950.
Sin embargo, también es raro que un país organizador quede fuera en la primera ronda de la competición. Estados Unidos en 1994, Japón y la sorprendente Corea del Sur, semifinalista en 2002 pese a disfrutar de una posición poco ventajosa en la clasificación de la FIFA antes del comienzo del torneo, obtuvieron buenos resultados.
En 2009, de un total de 849 partidos internacionales disputados, 335 fueron victorias en casa y 172 fuera. Entre 2000 y 2009, de 9.075 encuentros, 3.534 se ganaron en casa y 1.755 fuera. Cifras concluyentes que podrían, por tanto, ser motivo de esperanza para Sudáfrica, en el puesto 85 de la clasificación de la FIFA, que aspiraría a llegar al nivel de las grandes naciones del fútbol y convertirse en el mejor equipo del mundo el próximo mes de julio.

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